Pitágoras de Samos (en griego antiguo Πυθαγόρας) (ca. 569 a. C. – ca. 475 a. C.1 ) fue un filósofo y matemático griego considerado el primer matemático puro. Contribuyó de manera significativa en el avance de la matemática helénica, la geometría y la aritmética,
derivadas particularmente de las relaciones numéricas, y aplicadas por
ejemplo a la teoría de pesos y medidas, a la teoría de la música o a la
astronomía. Es el fundador de la Hermandad Pitagórica, una sociedad que,
si bien era de naturaleza predominantemente religiosa, se interesaba
también en medicina, cosmología, filosofía, ética y política, entre
otras disciplinas. El pitagorismo formuló principios que influyeron
tanto en Platón como en Aristóteles y, de manera más general, en el posterior desarrollo de la matemática y en la filosofía racional en Occidente.
No se ha conservado ningún escrito original de Pitágoras. Sus discípulos -los pitagóricos-
invariablemente justificaban sus doctrinas citando la autoridad del
maestro de forma indiscriminada, por lo que resulta difícil distinguir
entre los hallazgos de Pitágoras y los de sus seguidores. Se le atribuye
a Pitágoras la teoría de la significación funcional de los números en
el mundo objetivo y en la música; otros descubrimientos, como la inconmensurabilidad del lado y la diagonal del cuadrado o el teorema de Pitágoras para los triángulos rectángulos, fueron probablemente desarrollados por la escuela pitagórica
Los datos verificables sobre la vida de Pitágoras son escasos dado
que no existen textos de su autoría ni biografías firmadas por
contemporáneos.
Los primeros escritos detallados, que datan de entre 150 y 250 años
después de su muerte, se basan en historias transmitidas de manera oral y
muestran grandes diferencias entre sí. Asimismo, muchos mitos y
leyendas se forjaron en torno a su persona, motivados probablemente por
el mismo Pitágoras, pero también debido a la naturaleza de la doctrina
pitagórica y sus seguidores: una confraternidad hermética, regida por
símbolos místicos y costumbres esotéricas.
En los siglos posteriores a su muerte, las anécdotas sobre Pitágoras y
sus hazañas se vigorizaron, alimentadas por esta falta de información
directa, pero también gracias a la influencia de la escuela pitagórica
misma. En el siglo I a.C., era común representarlo como un ser
sobrenatural. Algunos tratados incluso fueron escritos en su nombre y el
de otros pitagóricos, y muchas fábulas e invenciones fueron recogidas y exageradas por algunos filósofos neoplatónicos y neopitagóricos.
La más extensa, detallada e influyente obra sobre la vida de
Pitágoras y su pensamiento data del siglo III d.C., es decir, unos 800
años después de su muerte. Diógenes Laercio (ca. 200-250) y Porfirio (ca. 234-305) escribieron dos Vidas de Pitágoras, y Jámblico (ca. 245-325) Sobre la vida pitagórica.
Estas biografías son, con algunas excepciones, las únicas fuentes disponibles. Pertenecen a una época en que la figura de Pitágoras era vista de modo distorsionado y se basan, a su vez, en fuentes extraviadas, algunas de las cuales son de marcada tendencia neopitagórica y deliberadamente orientadas a ensalzar a Pitágoras, presentándolo como el origen de toda la verdad filosófica, cuyas ideas habrían sido plagiadas por Platón, Aristóteles y todos los filósofos posteriores.
Estas biografías son, con algunas excepciones, las únicas fuentes disponibles. Pertenecen a una época en que la figura de Pitágoras era vista de modo distorsionado y se basan, a su vez, en fuentes extraviadas, algunas de las cuales son de marcada tendencia neopitagórica y deliberadamente orientadas a ensalzar a Pitágoras, presentándolo como el origen de toda la verdad filosófica, cuyas ideas habrían sido plagiadas por Platón, Aristóteles y todos los filósofos posteriores.
Diógenes es más objetivo, mientras que Porfirio y Jámblico guardan
poco rigor histórico. Jámblico cita como fuentes las obras de Nicómaco y de Apolonio de Tiana,
incluye algunos datos biográficos pero se centra más en el estilo de
vida de los pitagóricos. Aristóteles habría escrito un trabajo aparte, pero no se conserva; sus discípulos Dicearco de Mesina, Aristóxeno y Heráclides Póntico son, así de tardíos como resultan, las mejores fuentes en que se basan Porfirio y Jámblico.
Las referencias encontradas en los Diálogos
de Platón, se hallan situadas dentro de una estructura literaria que no
pretende demasiada veracidad histórica. Las que se encuentran en
Aristóteles, aparentemente más fidedignas, enmascaran una gran parte de
reinterpretación. Ambos coinciden, sin embargo, en destacar la enorme
influencia que tuvo Pitágoras
Buena Informacion
ResponderEliminar